El tren – Cuento de Claudio Conti

Hoy voy a ver a Sabri. Después de muchos años vuelvo a verla. La extraño, como sólo se extraña a una persona en la vida.

Me vestí para la ocasión. Un traje de Giesso negro, a estrenar. Apenas una pasadita por el sastre para cortar un poco el largo de piernas y brazos. Los zapatos no son nuevos, pero los lustré, con betún y saliva. Los dejé como los dejaba mi viejo. Impecables. Relucientes. Flamantes. Mi vieja decía que los zapatos son importantes, los zapatos dan la primera impresión de una persona, sentenciaba. Y también remarcaba lo de la ropa interior, siempre limpia y en condiciones, no sea cosa que uno tenga una desgracia y quede en paños menores en la vía pública. Todas las mañanas, antes de salir nos repetía ese versito a mi hermana y a mí. Así que fui especialmente cuidadoso y me puse el calzón negro con elástico azul que me queda justo. Las medias debían ir al tono, elegí unas grises con elefantitos azules, para cortar un poco.

Me perfumé con el Miyake L’eau D’issey, el preferido de Sabri. A mí me gusta más el Polo Black, pero voy a verla a ella. Que sea como ella quiera.

Hoy voy a ver a Sabri. Voy a reencontrarme con sus piernas largas y flacas, su pelo azabache lacio e interminable, su nariz recta, sus ojos negros y maliciosos, sus labios suaves y delgados. Esa espalda por donde las yemas de mis dedos iban y venían deslizándose sin tropiezos, entre el vello transparente que cubría su piel sedosa.

Compré un ramo de tulipanes, Sabri siempre tuvo tulipanes en su casa. Desde chica. A mí no me gusta regalar flores, la flor es agonía. Pero que sea como ella quiera. Con tulipanes. Siempre me acuerdo de lo que disfrutó en el Central Park mientras yo miraba embobado la baldosa de John Lennon, ella enloquecía con los tulipanes. No la dejé arrancar ninguno, por si había cámaras y terminábamos en un problema.

Me imagino su alegría cuando me vea, porque nuestro amor nunca terminó. Yo sé que no. No como fue, no sin una despedida. Yo sé que me está esperando. El corte de pelo a la pompadour, estilo James Dean, me sienta bien. Estoy seguro, voy tranquilo.

Ahí viene el tren. Ahí voy, Sabri.


Claudio Darío Conti nació en la Ciudad de Buenos Aires un 16 de marzo de 1977.
Es abogado y trabajó durante 25 años en la administración pública nacional, empezando como cadete, pocos meses antes de cumplir los 18 años, hasta llegar al máximo cargo jerárquico de la carrera administrativa.
Es casado y tiene una hija, además de ser el mayor de siete hermanos.
Durante el año 2020 escribió como columnista para El Canciller su columna #oídmortales donde recorrió la historia argentina de un modo ameno y coloquial desde la llegada de los españoles hasta la recuperación de la democracia.
Desde hace varios años escribe artículos en Mi Metro Cuadrado www.cladaco.com, participando también como columnista invitado, entre otros sitios, en Política y Actualidad, Muy Boca Web y en el newsletter gastronómico Tip Tag.

X (Twitter): @cladaco
Instagram: @cladaco 



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